A 50 años de la publicación del libro TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN, de Gustavo Gutiérrez
En 1971 Gustavo Gutiérrez publicó su libro Teología de la Liberación. Oficialmente fue el inicio de ese movimiento teológico, cuyo 50 aniversario se recuerda actualmente. En la prensa extranjera y otros medios de comunicación, sobre todo en Europa, este acontecimiento ha sido un importante tema para comentarios, análisis y autocríticas diversas bajo la interrogante de hasta qué punto tiene actualidad la Teología de la Liberación, principalmente en América Latina. Curiosamente, ese aniversario –en el Perú– no ha tenido la resonancia merecida ni se ha destacado su importancia.
En esta oportunidad no quiero referirme a la historia de la Teología de la Liberación o hacer comentarios sobre su desarrollo. Al respecto se ha dicho y escrito suficiente. Más bien trataré de referirme a un aspecto del trabajo de Gustavo Gutiérrez que no es muy conocido: su contacto con mujeres y varones jóvenes, especialmente con estudiantes universitarios. Como asesor de la Unión Nacional de Estudiantes Católicos (UNEC) no solo fue un mentor sino también un consejero y fiel compañero de los estudiantes en lo personal y espiritual. Las reuniones regulares en Lima y lugares cercanos, organizadas por Gustavo Gutiérrez para sus jóvenes fueron una plataforma importante para la discusión y reflexión de temas religiosos y de la realidad peruana e internacional.
El Perú al igual que la Latinoamérica de ese entonces estaban (y continúan) en una situación económica de dependencia de sus recursos naturales, finanzas e industria internacional. Por otro lado, era significativo la existencia de innumerables dictaduras militares y levantamientos guerrilleros marxistas.
Es en esa época que surge la Teología de la Liberación como un grito de protesta contra un sistema social injusto, que oprime a un pueblo pobre y esclavizado.
En estos últimos 50 años ha habido, evidentemente, cambios y transformaciones a nivel mundial incluyendo Latinoamérica. Citamos los más relevantes: conflictos bélicos, masivos movimientos migratorios, la preponderancia de un capitalismo liberal, populismo, problemas ecológicos y frecuentes movimientos de protesta. Y como epílogo, la aparición y expansión de la pandemia del nuevo coronavirus.
También a nivel de la estructura eclesial se han producido cambios y cuyos detalles son ya conocidos.
Las críticas a la Teología de la Liberación no se han hecho esperar. Algunas de ellas muy duras y posiblemente hechas con la mejor intención. Se habla de una Teología de la Liberación como demasiado paternalista, muy ingenua y optimista acerca del cambio social. Para otros, es una teología que tiene una visión muy ideologizada de la realidad, que es utópica y poco realista. Las mujeres también han dejado oír sus protestas y opinan que la Teología de la Liberación ha sido muy patriarcal elaborada solo por varones.
No obstante, debemos puntualizar que la Teología de la Liberación nació en el momento oportuno y en el lugar justo (América Latina), donde dominan la pobreza y precarias condiciones sociales para los pueblos. Es un movimiento que surgió de abajo, en el marco del Segundo Concilio Vaticano.
Es una teología que busca nuevos caminos tratando de separarse de la tradicionalista teología europea. Es una teología que surge de un conocimiento de la realidad gracias a un contacto con las comunidades cristianas de base y con el pueblo oprimido. Es una teología que busca un cambio de la sociedad porque otro mundo es posible.
A propósito, este fue el lema del Foro Social Mundial realizado en Porto Alegre, Brasil. Me pregunto: ¿realmente es otro mundo posible? Yo pienso que sí. El mundo se está moviendo. Sin nuestra solidaridad considero que no podremos alcanzar otro mundo más justo.
Escrito por
Antropólogo social.